En las últimas décadas, la proliferación de reformas educativas ha señalado la
necesidad formativa y educativa como proyecto de nación, no sólo desde los planes
y programas de estudio, los cuales contienen las visiones y propósitos en torno a la
figura del futuro ciudadano, la mirada también ha sido puesta en aquellos sujetos
encargados de materializar los principios dispuestos desde el plano curricular. El
énfasis sostenido en la emergencia de la Sociedad del Conocimiento y la
Información, ha señalado la dinámica constante de las necesidades societales y la
escasa respuesta que la educación escolarizada ha tenido para responder de una vez
y para siempre a los imperativos que parecen reproducirse sin cesar.
La figura del profesor, como formador de esa ciudadanía que debe saber
desempeñarse en esta realidad cambiante y compleja, parece ser el punto nodal que
puede posibilitar la puesta en marcha de las aspiraciones educativas nacionales. Esta
situación ha sido entendida desde los aspectos más generales y normativos de la
política educativa, como una necesidad de primer orden, relacionando el aspecto
formativo de los profesores con un tema de calidad educativa.
Por profesionalización podemos entender una serie de saberes que deben ser
adquiridos por el profesor de forma constante, elementos simbólicos que en
contacto con determinadas situaciones le permitan dar respuesta a las necesidades
del entorno en el cual se desempeña. Sin embargo, cuando hablamos de saberes no
sólo se puede dar cuenta de su parte más técnica u objetiva, es decir, la
profesionalización del profesor no sólo puede ser traducida a un tipo de
conocimiento que deba ser aplicado cual lógica instrumental, y ser trasladado tal
cual de un componente discursivo a otro. Los saberes que son construidos por parte
de los profesores, son saberes desde la experiencia educativa propia y, por tanto,
incorporados a un tipo de subjetividad que le da sentido en el mismo momento en
que es recreada en una determinada realidad. En otras palabras, la cuestión tiene que
ver más con un tinte formativo, el cual reconoce el elemento histórico e identitario
que se pone en juego en cualquier práctica educativa.
Es, por ello, que plantear una obra en la que se analice la importancia de la
profesionalización docente, se reflexione acerca de algunas iniciativas llevadas a
cabo desde diferentes Universidades mexicanas para capacitar a los docentes para su
correcto desempeño profesional o se profundice en torno a las distintas
problemáticas u oportunidades de la educación actual para implementar medidas en
pro de una educación de calidad, sea una decisión adecuada, una medida a valorar y
a tener en alta consideración. No en vano, se trata de atender el problema de la
educación desde su raíz, es decir, desde el estudio del factor de mayor impacto y
trascendencia para
el desarrollo de los educandos.
Dr. Rodolfo Cruz Vadillo, Dr. Roberto Sanz Ponce
There are no reviews yet.