Yerahmiel Barylka
La Fortaleza de Rabí Akiva – Vida y Obra de un Maestro – nos permite escudriñar en su vida, sus acciones y sus enseñanzas sin omitir sus contradicciones ni sus flaquezas.
Las tribulaciones en el exilio y la expectación de la redención de Akiva no son muy diferentes a las nuestras. Su visión abarcadora nos sirve para ver el bien interior de nuestro tiempo y para guiarlo hacia una expresión más plena, viendo los continuos desarrollos que se despliegan ante nuestros ojos como etapas de un proceso en curso, que no está libre de dificultades.
Su resiliencia nos inspira, su optimismo nos infunde esperanza.
Las innovaciones que ejerció en la educación de jóvenes y adultos se practican hoy en los mejores establecimientos educativos. Maestro de la ley, el erudito fue capaz de inferir sentencias legales a partir de las más pequeñas marcas en el texto de la Torá. Sin embargo, en última instancia, todas las leyes
detalladas y las innumerables interpretaciones que había propuesto a lo largo de su vida formaban parte de un único sistema armonioso. Akiva defendía la dignidad de la mujer y abogaba por su igualdad de trato.
Su creencia en la igual humanidad de la mujer se refleja en su enseñanza de que una relación amorosa es la base del matrimonio, y si esa relación se deteriora, es motivo de divorcio, en contraste con la opinión de que la única razón para disolver un matrimonio es si el marido descubre que su mujer actúa licenciosamente. Esas y otras de sus enseñanzas impactan en la interpretación moderna de la ley judía.
Su figura se compara con la de Moisés, y en la memoria de la tradición lo supera.
El ignaro que acabará convirtiéndose en un gran instruido de la Ley nos enseña que no debemos cesar de estudiar, de pensar fuera de las convenciones, de discutir con los maestros, de no temer preguntar lo que no comprendemos; a no sorprendernos pasar por etapas, desde el desarrollo físico y motriz hasta la destreza intelectual y espiritual; a no enojarnos cuando las energías acumuladas se desarrollan en direcciones que nos contradicen.
Con la paciencia de la fe y la sabiduría podremos ver la realidad de nuestros días en una perspectiva más elevada.
Este libro, documentado en fuentes del pasado y del presente, se lee con fácilidad pese a su profundidad y a la posibilidad de múltiple leídas.
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