Eugenio Valle Molina
En Pipitskanimej, Golondrinas, Breversos en náhuatl y en español nos encontramos conEugenio Valle Molina, un autor maduro que comparte el oficio de la escritura, con una búsqueda muy personal e intimista. En ella, el dominio de los recursos poéticos juega a favor de la concisión: Espía mi sombra / a la orilla del alba / un tecolote, escribe Eugenio utilizando el haikú como molde formal para dar cauce a la imagen. El autor sabe que el poema sugiere más que decir, esboza más que edificar, aunque el poema termine siendo una construcción en sí mismo. Es por ese motivo que un eslabón poético sucede a otro en un juego que el lector encontrará reposado, al margen del ajetreo del mundo contemporáneo, pero con un ritmo sostenido e intenso.
Pienso que el arte, además de ser lo más perdurable del hombre, encuentra, entre otras de sus funciones, nombrar. La poesía surgió precisamente para nombrar lo huidizo, lo impresentable, lo impensado, lo impredecible, sobre todo cuando el poeta escribe en el borde de las consecuencias colmadas del mundo y que atrae no sólo segmentos del
pasado y el presente, sino sobre todo del futuro.
Bajo la premisa de que la poesía camina con calma, sin prisas y, si ha de llegar a algún lado, llegará, Eugenio Valle Molina nos ofrece un recorrido sin fuegos artificiales, sin tormentas eléctricas. A cambio, el ritmo confesional, semilento, acompasado, a través del cual el poema va fermentando sus imágenes.
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